Manipulada por una mano gigante, invisible, sobre este tablero inclinado, veía las fichas alrededor mía, gigantes, poderosas, amenazadoras.
No soy más que un peón gris en un universo cuadriculado. Todo aquí es o blanco o negro. Este es un mundo en el que no encajo, nunca lo hice; no sé cómo he llegado hasta aquí, si no sé nada de estrategias, no sé nada de alianzas.
Estoy sola y rodeada de extraños. La rigidez me invade y no puedo avanzar. ¿Dónde está ahora esa mano que me guiaba contra mi voluntad? Siento estar bajo un ataque constante y no puedo resetearme. ¿No podría volver a empezar? En realidad, no sé qué quiero...
Ojalá pudiera ser la reina, la popular y preciosa reina coronada por todos los aquí la defienden y admiran. O el valiente caballo lleno de vitalidad y en el que todos ciegamente confían. Incluso una fuerte y firme torre sería mejor que estar aquí, al frente de la nada como es mi caso ahora. Al menos todos ellos tienen una función en este macabro juego.
No tengo rumbo, ni equipo, ni por supuesto un significado. ¿Cuál es mi función aquí pues? ¿Dar la cara y sacrificar mi "vida" para ... quién?¿Para qué? ¿Simplemente romper el hielo y permitir que las figuras que de verdad importan hagan su labor? Y...¿qué labor es esa? Quiero ser parte de ese algo que hace a todos avanzar.
Todos mis compañeros parecen cumplir lealmente con su misión en el tablero. También es cierto que todos pertenecen a uno u otro bando. ¿Qué hago yo aquí? ¿Quién me sacó del cajón desastre? Quiero volver.
Estoy en el punto de mira. Sé que me van a atacar. Sé que no me queda mucho tiempo aquí, pero no sé cómo - o si debo - defenderme.
Entonces veo a un rey caer. Lo veo rodar y sufriblemente cae a la caja de donde salió. No era yo el objetivo.
El tablero se vuelve a llenar de piezas firmes y dispuestas a darlo todo: amanece un nuevo día. Una nueva oportunidad para jugar; contracorriente, sí, pero sin el imaginario temor del jaque a un peón.
Verónica E R