jueves, 5 de mayo de 2016

La luz al final del túnel 

Aparentemente , todo está bien.Todo es normal. Mi rutina, mi familia, mi trabajo, mi casa…



Día tras día voy sintiendo punzantes miradas de odio hacia mí, palabras de aborrecimiento que me aprietan el nudo  en la garganta. Intento digerir juicios no constructivos de gente que nunca ha construido nada. Y mi piel poco a poco se vuelve más fina.

Mi mente me engaña. Las malas consejeras llevan el foco de mi atención sólo a esta minúscula parte de mi vida. Me olvido de todo lo demás, de las sonrisas, de los “te quieros”, de los “eres valiente, te admiro”. Me olvido que tengo una familia adorable, un trabajo que hago bien y una casa ya pagada que nadie me  va a quitar. Eso no importa para mí. Me centro sólo en que alguien  no le ha dado un like a una foto de mi hijo. Me centro sólo en que me han gritado y humillado en público por un malentendido económico ( las restas nunca fueron lo mío). Me centro también en el calor que hace y en las enormes cicatrices que se me quedaron tras mi última gran auto lesión hace ya 5 meses. Voy saltando de un pensamiento a otro como la pulga salta de perro en perro. Yo a esto lo llamo el efecto Tarzán, algunas que me conocéis sabréis de qué hablo…

Salto, salto y salto a una velocidad vertiginosa; la caída es inminente.

Así navego día sí y día también, atrapada en este círculo vicioso, a la deriva entre tempestades y mares en calma.

¿Dónde está la mujer fuerte que decía : ABLANDA, TRANQUILIZA Y PERMITE? ¿Dónde se ha ido mi compromiso de cambio? ¿Y mi voluntad? ¿Es todo parte de esta enfermedad, o será verdad que soy mala persona y me merezco lo peor?

Puede que mi piel esté hecha de un cristal tintado. Puede que desde fuera no se vea lo que realmente siento por dentro, o no se ve lo que soy en realidad. Puede que la tinta esté invertida y la que está confundida en realidad soy yo. ¿Quién me lo asegura?

No tengo ni tendré respuestas jamás. Lo que sí tengo hoy es aire en mis pulmones, mil y una ideas  en mi mente que convierto en palabras para quien quiera leerlas, ¡y ganas!, muchas ganas escondidas en algún rincón de mi ser de volver a sentirme mariposa y ver el mundo con colores vivos sin cristales que lo tinten.


Verónica E R 

domingo, 17 de abril de 2016

DÍA DOS - NADANDO A LA SUPERFICIE

DÍA DOS - NADANDO A LA SUPERFICIE

"Incompresibles y cabezotas  ángeles de la guarda. Planes fallidos que replantean - gracias al cielo - nuestra existencia.

Comparto porque tengo el deber de compartir. Expreso porque puedo, porque quiero, porque sé." 




Aunque  recientes, son borrosos los recuerdos, tergiversados por un macabro cóctel de sentimientos, mayoritariamente culpa y desesperanza.  

Día dos. Estoy respirando, sonriendo, mirando a mi alrededor. Veo colores a través de mi ventana y me pregunto si los demás los percibirán de la misma manera que yo...

Día dos y sigo siendo la misma persona excéntrica, la que se pregunta lo que muchos no hacen. La que siente cosas que otros pasan por alto.

Advierto además el desastre de mi vida con los conocidos ojos de mi propia autodestrucción. Lo que he derrumbado, lo que he convertido en lodo, lo que he podido y no he tenido el valor de llevar a cabo...

"¡No!" - Me sacudo las pulgas otra vez . "El universo que observas está más ordenado que antaño, más de lo que crees, y más- si me permites la odiosa comparación - que otros muchos que conoces. Sé amable y ablanda."

Mi vida ahora está alumbrada por un gran foco como el que vemos en  los teatros. Lo llevo encima. Lo siento encima, noto su calor. ¿Será el halo o aura de un ente mágico?. No lo sé... Pero me enfoca  sólo y exclusivamente a mí, ayudándome a centrarme en lo que verdaderamente DEBE   importarme.

Con una amiga traviesa, me escapo distraída, atrapada en las mentiras de otros, en las heridas que otros causan con sus juicios , con lo que dijeron o callaron, con lo hicieron o dejaron de hacer . Mi amiga traviesa "autosabotaje"  me incita a correr allá donde el foco no alumbra, de la misma manera que cuando tenía catorce años "amigas" me invitaban a fumar o a beber a escondidas y la tentación era demasiado poderosa. El poder de lo oscuro, de lo cómodo, de dejarse llevar. 

Pero el calor de la luz me sigue, pues aquí sigo.  

Sigo mirando a mi alrededor y haciéndome preguntas absurdas dos días después, cuando creí estar segura que hacía un favor a "la humanidad"  y que una retirada a tiempo era siempre una victoria.  

Sigo aceptando  a tropezones que me he equivocado después de jurar que lo sabía todo.

Y ahora busco la superficie. Por suerte,  desde el fondo sólo se puede ir hacia una dirección,  y el impulso lo busco en mis piernas temblorosas, acuchilladas pero fuertes.  Alcanzaré el oxígeno de la superficie ¡Oh sí!. Nadaré hasta arriba utilizando mis brazos cicatrizados , empleando cuan energía me quede, aguantando la respiración si hace falta  incluso cuando en ocasiones me falte el aire.

Y cuando mi cabeza vuelva a estar respirando aire limpio y puro, y mi cuerpo cómodamente a flote, entonces... entonces ése ya será día tres.


Hoy es día dos. 

Verónica E R 

miércoles, 13 de enero de 2016

Jaque al peón

Manipulada por una mano gigante, invisible, sobre este tablero inclinado, veía las fichas alrededor mía, gigantes, poderosas, amenazadoras.

No soy más que un peón gris en un universo cuadriculado. Todo aquí es o blanco o negro. Este es un mundo en el que no encajo, nunca lo hice;  no sé cómo he llegado hasta aquí, si no sé nada de estrategias, no sé nada de alianzas.

Estoy sola y rodeada de extraños. La rigidez me invade y no puedo avanzar. ¿Dónde está ahora esa mano que me guiaba contra mi voluntad? Siento estar bajo un ataque constante y no puedo resetearme. ¿No podría volver a empezar? En realidad, no sé qué quiero...

Ojalá pudiera ser la reina, la popular y preciosa reina coronada por todos los aquí la defienden y admiran. O el valiente caballo lleno de vitalidad y en el que todos ciegamente confían. Incluso una fuerte y firme torre sería mejor que estar aquí, al frente de la nada como es mi caso ahora. Al menos todos ellos tienen una función en este macabro juego.

No tengo rumbo, ni equipo, ni por supuesto un significado. ¿Cuál es mi función aquí pues? ¿Dar la cara y sacrificar mi "vida" para ... quién?¿Para qué? ¿Simplemente romper el hielo y permitir que las figuras que de verdad importan hagan su labor? Y...¿qué labor es esa? Quiero ser parte de ese algo que hace a todos avanzar.

Todos mis compañeros parecen cumplir lealmente con su misión en el tablero. También es cierto que todos pertenecen a uno u otro bando. ¿Qué hago yo aquí? ¿Quién me sacó del cajón desastre? Quiero volver.

Estoy en el punto de mira. Sé que me van a atacar. Sé que no me queda mucho tiempo aquí, pero no sé cómo - o si debo - defenderme.

Entonces veo a un rey caer. Lo veo rodar y sufriblemente cae a la caja de donde salió. No era yo el objetivo.

El tablero se vuelve a llenar de piezas firmes y dispuestas a darlo todo: amanece un nuevo día. Una nueva oportunidad para jugar; contracorriente, sí, pero sin el imaginario temor del jaque a un peón.

Verónica E R

domingo, 26 de abril de 2015

MIL VECES


Mil veces,siempre lo mismo.


Sola  aquí con mi tecnología: 
mil veces bajo a las llamas; 
esa pura y  conocida agonía. 
Mas mil y una más las apago 
con silbidos entonados
que recuerdan melodías.  




Maldita seas, espiral de emociones, de la  que siempre me  he creído enemiga. Ahora, bah, me agarro a ti para sentirme viva; y alejarme a remo lento de  la tierra firme, tierra putrefacta de falsedades e hipocresías. Malditas seáis, amigas ilusiones; me hacéis mucho mal.

Me aferro al remo. Me quemo. Me  alejo de todos.Ya no puedo más. A mi paraíso de sueños y pensamientos mágicos me dirijo. Lloro sola – sé que no es el camino a seguir, pero no hay tiempo para el odio. No hay fuerzas para otros recursos, no para palabras, no para rastrojos ni escombros que sirvan de excusa. El abandono y yo ahora somos uno. Vamos a la deriva, mi enfermedad y yo. Mejor así. Mejor solos. Sin molestar...

¡Basta! – me grito al oído. Vuelvo a abrir mis ojos hinchados  tintados de negros del rímmel de ayer. Mil y una vez despierto  de las profundidades, aunque  demasiado tarde, perdiendo la piel y las uñas en la escalada hacia la claridad. Llorando, aullando cual loba herida. Demasiado tarde, demasiadas horas a la basura, demasiada historia perdida… ¿Quién me devuelve ese trozo de mi vida?

Mil veces caí en las tentaciones de la irracionalidad, la auto tortura y sabotaje. Me envuelvo en mi no tan gruesa capa protectora cuando atacan. Porque ,¡oh…atacan…! Lo escucho, lo leo, lo noto. ¿Por qué?¿Por qué atacan? ¿Por qué no empatizamos? ¿Acaso no somos conscientes del potencial daño que hacemos?

Sólo quiero lo que deseas tú: respirar paz. Pero cristales caen por doquier, y me siento desprotegida ante la ácida lluvia de realidad sobre mi piel, que me abrasa de nuevo. Gotas de hostilidad corren por mi frente. Voces puntiagudas caen sin dirección pero se clavan en mí, desgarrándome las entrañas. Críticas, juicios, opiniones que se convierten en un malestar que no sé - nunca he sabido- gestionar.


Mil y una vez he salido de remolinos peores, y supongo – y espero- que esta ocasión no sea diferente. 

Verónica E R 

domingo, 29 de marzo de 2015

Auto-sabotaje

             Auto-sabotaje

No entiendo nada. Aunque en el camino tambaleaba, me dirigía al norte. Hoy siento de nuevo las heridas de mi propio abandono. Me flagelo con el látigo de las mil y una excusas para no hacer lo que debo hacer. He buscado de nuevo la correa de castigo.

Lo hice simplemente por ser como soy, por ser quien soy. La había escondido en el baúl de la vida normal y tranquila. La había metido dentro de una cajita que ponía “no abrir”. Pero la abrí sin pensar, y con manos temblorosas empecé a golpearme insultos. ¡Oh, auto-sabotaje, bienvenido no seas…!

Yo: Eres incapaz de encajar. Tu impulsividad y dejadez te ha llevado a esta soledad de la que continuamente te lamentas. Es tu culpa que no eres ni tienes nada.

Yo: No hables de culpa, te han traído aquí. Y aunque ya no importa, puesto que eres tú la que  has de salir de la oscuridad, hay demasiados “tus” que te indican, te apuntan con el dedo, te salpican. Tu piel, mi piel no es lo suficientemente gruesa. No lo soporto, no puedo, no sé, me duele vivir…

Tú: No digas eso. Vales mucho, no te das cuenta. Cuando lo veas tendrás paz. Además, lo estás haciendo muy bien. ¿Acaso no lo ves?

Tú: ¿Qué trastorno? Piensas demasiado en todo. No tienes ninguna enfermedad. Eres sólo una niña mimada. Crece ya y deja de quejarte por todo.

Yo: Tienes razón. Tenemos razón. No hay nadie a quien culpar más que a mí misma. Mi látigo es mi mejor amigo. Lo necesito para ponerme en mi lugar.

Tú: ¡No! Estás siendo arrastrada de nuevo por tus malas consejeras.


Sigo sin entender nada. Tambaleo y caigo. Y a pesar de que me levanto mil veces, mil veces también me auto perjudico. ¿Cuánto tiempo aguantaré en la cuerda floja?¿Cuándo dejaré de buscar mis armas de autodestrucción?

Verónica E R

lunes, 15 de diciembre de 2014

ELLOS SE OLVIDAN

ELLOS SE OLVIDAN…..tienen su vida.

Yo me levanto, me despierto a veces tarde. Ahí va la vergüenza, vergüenza que me pesa, me pesa tanto….

Me levanto al fin, las pastillas, y las gomillas para las muñecas.  Mis muñecas enrojecidas, en carne viva. Ellos se olvidan de esos momentos que vivo de humillación conmigo misma, de transición, de “seré o no seré enferma”. Momentos de: - Venga, va, póntelas. Oculta quien eres. Vive “normal”. Ellos lo olvidan...

El peso del aire al respirar, la angustia de ver las fotos colgadas de mis hijos en la pared. Y a la vez… quitarme las “pulseras, mirar, y decir “¿por qué?” … Eso lo ignoran, o lo olvidan.

OK. Ducha fría. Ablanda. Tranquiliza. Permite. Me calmo. Café, si hay. Ritmo de vida “normal”. Sólo con un “más”, sólo con un plus; un no querer despertar de una historia de la que desconfío. Una que sólo yo, por lo visto, veo. Lloro, lloro y lloro. Duele, porque quema saber que ya olvidaron las cucarachas y bichos que corrían por mi piel aquella noche que escapé al cementerio buscando a no sé quién. Aquella tétrica y patética noche en la que fui rescatada por policías y ambulancias en pleno campo santo. Vergonzoso y apestoso espectáculo que yo no olvido, no. 

Pero abrasa saber que sigo al borde afiladísimo del fin de mis días. Y en este puto país de mierda, al menos que tengas una enfermedad que sea vista, oída, olida, y/o tocada, te dicen: – va corre y mueve el culo, que todos tenemos problemas, no está solo el tuyo-.

Muy bien, pues aquí estoy de vuelta,con mi culo en movimiento, mi mochila cargadita, haciendo lo único que sé, (quejándome o escribir, depende de cómo se quiera “oir”). Portavoz de los olvidados, de los que habiendo sido diagnosticados una enfermedad mental por profesionales de la salud, seguimos una vida en apariencia normal, y se nos trata como tarados.

He hablado. 

Verónica Espinosa Ramírez

domingo, 15 de junio de 2014

BATALLA PERDIDA

Sentado en el sofá con los codos apoyados en las rodillas, David se mira su mano derecha. Intenta cerrarla pero está demasiado hinchada.  La peor parte se la ha llevado el nudillo del dedo corazón, tiene una herida que llega casi al dedo índice, que no deja de sangrar. 

Levanta el codo y deja la mano gotear, mira casi hipnótico las gotas espesas caer al suelo. Siente pena pero también odio hacia él mismo a esas horas de la noche, de la madrugada. Quiere odiarse más, quiere castigarse más. Mira a su alrededor y ve el desastre que ha hecho en el salón. Eso ayuda…. ahora siente asco.

Botellas de cerveza por el suelo, algunas sólo se presumen pues están hecha añicos. Puertas rotas, ventanas sin cristales. Color rojo oscuro por las paredes del bonito piso que se suponía iba a ser su retirada de lo “malo”, su oasis de tranquilidad, fuera del área  oscura; un nuevo comienzo. David no entiende nada, “Esta situación cada vez es peor, soy incapaz de salir de este pozo. Incapaz de nada. Sólo soy capaz de desajustar mi vida y la de lo demás.  Entonces, ¿ para qué seguir?.“

Coge el teléfono móvil, la pantalla borrosa por la sangre seca acumulada. No sabe a quién llamar, a quien acudir a estas horas. “Mierda de todo, mierda de vida”. Haciendo eses llega hasta la nevera, coge una nueva cerveza que destapa con los dientes, da un nuevo trago. Y otro más. Mira al frente, sin mirar a nada. Las venas de las sienes se le hinchan de nuevo, su corazón se acelera,  sus ojos se inundan, y su corazón muere de pena… “¡No!, la pena no, ¡joder!” Da un último trago y lanza la botella con líquido aun dentro contra la puerta de un armario, para justo después ir a rematar la ya quebrada madera con su puño dolorido. “No, no, nooo”. Una y otra vez pega David la puerta con sus manos, con su cabeza, con su alma. Llora por su impotencia, por ese dolor que no entiende, por esa furia que no encauza pero desea aniquilar. No quiere ser así. No quiere David hacerse daño a él ni a los demás que están a su lado. No es David una mala persona.

Su mente le engaña, como tantas y tantas veces ha pasado.

-   Demonios: “Ps, ps ¡Hey! David. Mira, lo que estás haciendo, chaval. A ti mismo, al piso, a tu familia, a tu novia. ¿No es mejor acabar de una vez por todas?”
-     David: “Pero es que yo...”
-    Demonios: “Ni peros ni nada, sólo tienes que mirar tu vida, lo que has hecho. Cuánto daño causas.”
-    David: “Mentira, a mí me quieren y también yo soy capaz de amar. Puedo salir de ésta. Tengo fe. TIENEN fe en mí… me queréis confundir.”
-    Demonios: “jajaja ¡ILUSO!, Te confundes tú sólo. Dependes de mí para ser persona. Eres mi juguete, mi marioneta. Sin mí, sin la ira y el odio que te alimento no eres nada, NADA.”

   David vuelve  a coger el teléfono. Su cabeza da vueltas y apenas puede teclear las letras. Quiere decirle a su novia que lo siente, que lo ha intentado pero que sus demonios le han ganado la batalla.

Manda el mensaje con las manos frías y la mirada perdida. Manda el mensaje convencido de que ha sido abandonado, y de que ni su novia, ni su familia, ni nadie en este mundo lo tomarán en serio por sus palabras mal escritas. Manda ese mensaje muy equivocado. David ha perdido la batalla. 


Verónica E R