ELLOS SE OLVIDAN…..tienen su vida.
Yo me levanto,
me despierto a veces tarde. Ahí va la vergüenza, vergüenza que me pesa, me pesa
tanto….
Me levanto
al fin, las pastillas, y las gomillas para las muñecas. Mis muñecas enrojecidas, en carne viva. Ellos se olvidan de esos momentos que
vivo de humillación conmigo misma, de transición, de “seré o no seré enferma”.
Momentos de: - Venga, va, póntelas. Oculta quien eres. Vive “normal”. Ellos lo olvidan...
El peso del
aire al respirar, la angustia de ver las fotos colgadas de mis hijos en la
pared. Y a la vez… quitarme las “pulseras, mirar, y decir “¿por qué?” … Eso lo ignoran, o lo olvidan.
OK. Ducha fría.
Ablanda. Tranquiliza. Permite. Me calmo. Café, si hay. Ritmo de vida “normal”. Sólo con
un “más”, sólo con un plus; un no querer despertar de una historia de la que desconfío. Una que
sólo yo, por lo visto, veo. Lloro, lloro y lloro. Duele, porque quema saber que
ya olvidaron las cucarachas y bichos que corrían por mi piel aquella noche que escapé al
cementerio buscando a no sé quién. Aquella tétrica y patética noche en la que fui rescatada por
policías y ambulancias en pleno campo santo. Vergonzoso y apestoso espectáculo que yo no olvido, no.
Pero abrasa
saber que sigo al borde afiladísimo del fin de mis días. Y en este puto país de
mierda, al menos que tengas una enfermedad que sea vista, oída, olida, y/o tocada,
te dicen: – va corre y mueve el culo, que todos tenemos problemas, no está solo
el tuyo-.
Muy bien, pues
aquí estoy de vuelta,con mi culo en movimiento, mi mochila cargadita, haciendo lo único que sé, (quejándome o escribir, depende
de cómo se quiera “oir”). Portavoz de los olvidados, de los que habiendo sido diagnosticados una enfermedad mental por profesionales de la salud,
seguimos una vida en apariencia normal, y se nos trata como tarados.
He hablado.
Verónica Espinosa Ramírez