domingo, 27 de abril de 2014

DÉJALO IR.... (RE POST EN CARNE VIVA)

Sin  piel.
Nacimos sin piel
O nos la arrancaron.
O ambas cosas.

Las personas con trastorno límite de la personalidad somos como personas con quemaduras por todo el cuerpo, que al mínimo roce sienten un dolor inmenso. Solemos ser especialmente vulnerables, y durante una crisis extremadamente frágiles.

Sin piel y sin saber cómo o con qué cubrirnos agonizamos ante cualquier juicio, cualquier crítica. Cualquier mirada inocente la convertimos en amenazadora. Una palabra de apoyo entraría en nuestros oídos como agujas, y un abrazo podría ser fatal en un mal momento. Es muy complicado saber llevar nuestro trastorno, tanto desde dentro como fuera. He ahí que tendamos aislarnos y que nuestras relaciones interpersonales sean delicadas.  

Hay quien tiene suerte y crece entre vientos y brisas, como yo. Hay quien no tanto, y en carne viva se expone a torturas físicas y psicológicas desde niños, dentro y fuera del  hogar. Hay quien ha aprendido a recomponerse la piel día a día, como ahora hago yo con ayuda de profesionales terapias, apoyo y COMPROMISO DE CAMBIO por mi parte. Hay quien no puede, no sabe o simplemente no quiere cambiar la manera de vida que lleva.

¿Y de quién es la culpa? ¿Dónde están nuestras corazas? ¿Por qué nacimos sin ella o por qué nos las quitan? No importa. Es duro aceptarlo, pero el camino para salir del dolor extremo, del calor del infierno que vivimos en la más absoluta soledad de la incomprensión es en realidad no agarrarse a ese deseo que querer entenderlo, sino soltar... dejarlo ir. Seguir adelante con nuestra batalla, sea la que sea, sea como sea. Así hacen todos “ellos”, con o sin piel. No es fácil, pero no imposible. Y lo digo habiendo visto yo las mismísimas llamas del infierno. 

Haz un esfuerzo, déjalo ir. 


Verónica E. 

sábado, 26 de abril de 2014

Locura controlada


Locura controlada 

Genética, herencia, personalidad.... lo cierto es que no lo sé. Supongo que los que llevamos en nuestra mochila la  tendencia a sufrir TLP no superaremos la barrera de la "locura controlada" y puedo pecar de soberbia, pero en la mayoría de los casos no queremos ser del todo cuerdos. Somos "ellos" y "nosotros". 

Desde mi -no tan humilde- punto de vista distorsionada o cristalina según en qué lado del espejo te posiciones, pienso que el remedio reside en el amor, el perdón, en la tan difícil tarea de ACEPTAR, dejar ir los pensamientos que entran intrusos en la cabeza; con amabilidad, complicidad hacia uno mismo y con tus valores vitales. 


La cura está en ver con claridad que sólo tú tienes la llave, la clave para hacer de tu vida lo que tú quieras. La cura está en sentir amabilidad, que no pena,  hacia ti mismo cuando caes. Pena de los que no quieren abrir sus mentes para ser un poco locos, un poco libres, para ser niños y reír y correr y saltar sin sentido y sin miedo pues porque sí, porque eres así y no haces daño a nadie siendo quien eres. Pena no se los que se cortan la piel, si no de los que nos cortan las alas, de los que ME CORTAN las alas. Pena de los que te miran desde arriba y se ríen porque te creen perdida en este mundo de fieras. No señores, no estoy perdida. No tengo una vida perfecta. No tengo ni joyas ni palacios. Ni los quiero, ojo. Ansío la paz, y la estoy consiguiendo, pese a quien pese, dentro de mi locura, de mi controlada locura. Gracias M. A. Me das esa paz que merezco. 

Verónica E R 


domingo, 20 de abril de 2014

Marionetas en el armario RE POST

Marionetas en el armario

¿Han escuchado alguna vez la frase “cuidado con lo que deseas, pudiera hacerse realidad”?
                            ……

A Leila nadie la entiende. Se encierra en la despensa, rodeada de manjares exquisitos, pero dañinos para su salud. Allí cree ser feliz  a ratos. Al menos nadie la llama vaga o consentida. Allí está a solas con sus tentaciones. A solas con los flacos valores que le quedan.
Mira por la cerradura. “No hay moros en la costa. ¡Allá voy,  a por el mundo!. Hoy va a ser el día que rompa mi cascarón de huevo y salga a la luz. Hoy calzaré mis pies con botas de andar, y mi vulnerabilidad con casco de acero. 

“Mamá, necesito hablar contigo. Quiero contarles a los otros que sufro un trastorno mental. Sé que tú me apoyarás, porque soy tu hija y me quieres”

-          “Las cosas no son tan fáciles hija mía. Creo que el mundo no está preparado para aceptar que te cortas para llamar la atención, que no tienes ilusiones en la vida porque aún no maduraste y que eres tan terriblemente cobarde como para querer quitarte la vida. Hija mía, yo te comprendo y te amo más que a mí misma. Pero, ¿para qué enseñar los trapos sucios? Ven, dame un abrazo…”

Leila se quedó en un estado entre incredulidad y rabia. Obviamente, ni su propia madre sabía qué había detrás de esos intentos de suicidio. No sabía de la desesperación, de la culpa, de la voluntad desaparecida por tantos años de impotencia. Ni idea tenía su madre de que cuando se lesionaba el brazo sentía alivio, quemaba parte del dolor interno. Ni idea de la existencia de la mano que sujetaba las cuerdas, cual marioneta. No era ella, y sí lo era. Había una verdad oculta en todo aquello Pero, si su madre la juzgaba, ¿quién no lo haría?

“Bah, me quedo en mi despensa, me comeré y beberé el mundo a mi modo. Es imposible salir de aquí.

                                             …….

Nos quejamos del estigma, de los juicios, de la incomprensión... Pero preferimos encerrarnos en nuestro armario como la avestruz esconde su cabeza. ¿De veras nos compensa? 

Verónica E.

sábado, 19 de abril de 2014

Sub-especie sin cabeza RE POST

Sub-especie sin cabeza

Me dais asco, sois una sub-especie humana. Cueste lo que cueste, nosotros seguiremos adelante con nuestras perfectas vidas. Pisaremos con fuerza si hace falta sobre vuestros corazones cobardes para que terminen de desangrarse, nadaremos entre vuestras ridículas lágrimas de cocodrilo porque no sois más que escoria humana, renglones torcidos que dijo Luca de Tena en su obra maestra. Sois basura, y no llegaréis nunca a nada. Cortaremos vuestras mugrientas cabezas podridas de ideas suicidas. ¿Demasiado humanos? Si ya…No me hagáis reír…Humano es aquel que ignora al prójimo como hago yo. Que va a la iglesia y le reza a la cerámica, como hago yo. Humano es aquel que se aprovecha del ser débil, humano o no. Humano es aquel que miente, que roba, aquel que mata, hiere y tortura y no se arrepiente. Humano soy yo, y cortaré tu cabeza porque me produce ardor. Lo digo, lo cuento, lo narro sin pudor porque puedo y quiero como portavoz que soy de los “sanos capaces”, los que te juzgan a ti, enfermo asqueroso; los que te hacen sentir inferior, los que te miran con repulsión por estar “tatuado” con tinta o cicatriz, o por tener gustos opuestos a los de la mayoría siempre sabia. Somos los que se ponen las manos en la cabeza porque te duele vivir y no sabes por qué. ¿Qué te pasa, chico? ¡Sé feliz ya…! Los humanos sí que sabemos vivir.

                                              ……..

Como “sub-especie” salida del armario, me he sentido infinidad de veces como planteo arriba. Me han cortado la cabeza, jugado al fútbol con ella, tirado un penalti, y me la he grapado para ver a los “humanos” ser felices a su manera. Es entretenido… Gracias a Dios (al cielo, a la madre naturaleza o a quien quiera que sea…) cada vez hay menos de estos seres despreciables que intentan hacer sentir a los débiles aún más débiles A PROPÓSITO. Pero por desgracia tenemos aún muchas pero que muchas barreras sociales, mucho estigma y muchas etiquetas que superar. Ayúdenos  a sobrellevarlas,os suplico. Hagan llegar al mundo este mensaje: no somos una sub-especie.


Verónica E. 

martes, 15 de abril de 2014

EL INGRESO 3 – Laberintos

EL INGRESO 3 – Laberintos

Se llevan mi bandeja de la cena tal y como me la trajeron. Han sido mis primeras veinticuatro horas allí dentro y aún no he comido nada.

Aún no puedo asimilar lo ocurrido. Aún no relaciono este lugar a una unidad de salud mental, un purgatorio quizá sí. Nadie me va ayudar aquí, pues me quieren hacer reaccionar. ¿Esperan a que sane, o que enloquezca de verdad para poder así tomar medidas más drásticas?

No puede ser efectivo disponer de tanto tiempo para dar rienda suelta a las posesas que viven dentro de mí, pero que no hablan, si no que cavilan silenciosa y cruelmente para despellejarme a cada segundo la piel de mis sentidos.

¿De quién fue la radiante idea de abandonarme  literalmente entre rejas? Ya no estoy tan segura de que sea sólo Mario el partícipe de toda esta función. Están todos ellos metidos hasta el cuello, hermanos, hermanas, padre, madre, amigos, todos en el ajo.

No. Imposible. Tan importante no soy…

Gran parte de mi estancia en este hotel de locos me la pasaré sentada en esta cama mecánica frente a la ventana, mirando la carretera del Sur que lleva en obras casi desde que tengo uso de razón. Es ridículo. Cómo se puede tardar tanto en arreglar una calle. Veo coches. Coches van y vienen despacio, y yo me imagino dentro de ellos. Me imagino ser otra persona, sentada en un asiento de otra vida que no corresponde a ningún pasadizo húmedo entre el aquí y el más allá, fuera de este laberinto.

Me he vuelto a perder en mí misma. “Sal de tu mente y entra en la vida”, suele decir Inmaculada, mi psicóloga. ¿Será ella también parte del plan? Es una pena, yo la creía de mi parte. A estas alturas no se puede fiar una de nadie. Todos pueden ser parte del plan de venganza divino. O humano...

Observando, contando, describiendo los coches que pasan por la dichosa calle en construcción recuerdo cómo trascurre la mañana. Tuve el inmenso placer de la visita del médico estrella que va a llevar mi caso. Soy una chica con suerte, eso es cierto. Vino después de que me quitaran las cadenas y me sacaran del calabozo. Me trasladaron a la que sería mi jaula  durante los próximos días. Vino y echó fuera a la fiera de piel morena que me había acompañado en silencio durante el desayuno desde su cama deshecha, con el pelo revuelto y la boca llena de pan integral.

-Sal un momento.- Le dijo. Luisa, con cara de pocos a amigos, lo miró de reojo y salió a regañadientes.

-Hola Julia. Soy el Dr. González. Vengo a hacerte algunas preguntas.- Siguió hablando pero no pude tomarme en serio a aquel esperpento humano.

-¿En serio eres tú mi médico?. Lo que me faltaba por ver…-.  

Mi tono era violento y sarcástico. Cien por cien Borderline. Aunque la situación no merecía menos, aquel psiquiatra era un friki. Usaba gafas de patilla ancha, pelo negro ondulado, despeinado, lo suficientemente largo para que le cubriera la frente que seguramente tendría cubierta de granos. Y muy muy joven, casi podía ser mi hijo.

- ¿Pero qué es esto? ¿Qué edad tienes tú? Te manda Mario, ¿no?.-

Llegaba a sentir pena por el joven muchacho a ratos, cuando encontraba algún atisbo de luz en el embrollo de mis pensamientos, claro. Pero pronto se esfumaban los escombros de bondad que me quedaban y me volvía a sumergir en la maldad absoluta del sarcasmo sin humor. ¡Qué me importaba…! Estaba perdida, encerrada con llave, con fecha de caducidad. No había nada ni nadie que fuera capaz de removerme las entrañas, que me hiciera entender que estaba siendo manipulada por mi mente, mi enfermedad, por la ignorancia.

En ese momento sólo quería ver coches pasar, ser otra persona, morir y resucitar. Nacer pero no vivir. No quería caminar por los pasadizos de mi mente caprichosa sin luz, tambaleándome de una pared a otra. No, estaba cansada de luchar. Pero ahí me encontraba,  y sola. ¿Qué hacer cuando lo que sientes te consume? Negar y evitar. Odiar y lesionar. Juzgar y criticar. ¿Qué si no? ¿Cómo explicas a alguien que no te quieres morir cuando tienes las muñecas abiertas? ¿Qué haces pues cuando te tachan de ingrata, caprichosa, desagradecida? ¿Cómo explicas que es un error, un impulso, no es locura, es pasión llevada a un nivel demasiado alto? ¿Hay necesidad de explicar en primer lugar? 

Vuelvo a ver la luz en este túnel, vuelvo a querer estar viva por un momento… esto es un tormento. Una miserable y triste montaña rusa que dura demasiado tiempo.

Oscuridad de nuevo. Quijada tirante, odio. Mirada perdida. “No tengo a nadie, si no me entienden, se pueden ir al infierno. Bienvenido, auto sabotaje, ponte cómodo. Estarás aquí un buen tiempo.”

Pronto abrí los ojos y percibí a mi alrededor un mundo paralelo mucho más horrible que el mío propio. Laberintos muchos más complejos y estrechos que el que me había tocado vivir a mí. Pronto salí de mi habitación y conocí diferentes historias.




                                                                         

martes, 8 de abril de 2014

EL INGRESO 2

                                   
       EL INGRESO 2 

- No te muevas. Esto va a  doler un poco-. La aguja de la anestesia entra en mi piel a cámara lenta. Primero una muñeca, luego la otra. A decir verdad, todo gira en torno a mí muy despacio. Todos caminan despacio, se mueven y hablan despacio… sus batas blancas, azules o verdes mar ondean despacio con cada paso que dan. Es una sensación paradójicamente mareante.

Mario está sentado a mi izquierda, tranquilo. Él siempre parece estar tranquilo en estas situaciones. Y cuanto más sereno está él, más me saca de mis casillas, aunque reconozco que de no ser él así, quién sabe dónde estaríamos ahora.

Coge mi cara y la gira hacia  la izquierda, forzándome suavemente a mirarlo a él. -Ven. No mires-.

Pero me dejo llevar por la emoción, vuelvo el rostro y miro. Veo a un enfermero con una grapadora descomunal, o al menos eso me parece a mí en ese momento. Sonrío para mis adentros imaginándome que estoy siendo reconstruida por el Doctor Frankenstein en su laboratorio. Mientras otro hombre se esfuerza en juntar los dos extremos de la herida sin ningún tipo de esmero, el portador de la particular pistola me dispara diez grapas en un brazo y tres en otro.

Emocional: “Los hijos de perra, están disfrutando con mi sufrimiento. Seguramente también piensan que soy una desgraciada egoísta que no quería más que llamar la atención.” Miro a Mario. “¿Se está riendo?”.

Racional:No, te está sonriendo, dándote ánimos para que no te sientas sola, para que no sientas el dolor de la carnicería que te están haciendo en las muñecas.”

Emocional: “Lo dudo. Míralo, también él está disfrutando viéndome sufrir. Su plan está siendo llevando a cabo a la perfección. Y soy yo la enferma, hay que joderse...”

Me pintan la frente de amarillo con un algodón y me pegan unas pegatinas alargadas blancas. Ahora sí parezco un monstruo poco elegante.

-Pronto te verá el psiquiatra de guardia. El celador te acompañará a la consulta.-Me dice de espaldas mientras se quita los guantes de látex uno de los hombres a los que le debo la obra de arte recién terminada.

Emocional: “Oh no. No, no, no. Ni hablar. Me han curado, pues me voy. Me prometió que esto sería todo. Me ha mentido. Otra vez me ha mentido.

Cual remolino de polvo que levanta un vendaval, mis pensamientos irracionales crecen en cuestión de milésimas de segundos. Mi ira se desata y estalla. Esta vez no me escondo, no la escondo. Esta vez exteriorizo mi irracionalidad creciente.

-Me dijiste que vendríamos a curarme, y nos iríamos. Lo dijiste. Lo prometiste. Eres un mierda, vuelves a incumplir tu palabra. ¿O es que has hablado con algunas de tus amiguitas enfermeras? Ah, seguro que es eso… ya pusiste en marcha tu plan, ¿no?. Me quieres muerta ¿verdad?.  
-     No, Julia. No, conozco a nadie en urgencias. No he hablado con nadie.
- ¡Aja! Tú mismo me estás dando la razón. No desmientes que no quieres verme muerta. A mí no me engañas. Soy bruja. 
   -    Vamos a esperar a que te vea el psiquiatra y después hablamos de lo que quieras.                                                                                        -      Otra vez desviando el tema, tratándome como tonta, o como una loca. ¡NO ESTOY LOCA!

Tengo tanta furia dentro, que podría romper cristales con la mirada. Su cara me produce nauseas.

Racional:Para. Cierra los ojos y respira hondo. Uno, dos, tres…. Cálmate, Julia. El pobre intenta ayudarte, pero ni sabe cómo ni le dejas espacio con tu ira.”

-Tienes razón. Está bien, veré al psiquiatra, pero me va a oír. (Ya estamos… la emocional de nuevo se apodera) porque te odio. Te odio tanto que te escupiría. - Se vuelve - ¡No me vuelvas la cara, estúpido! – En este momento me imagino mis ojos rojos endemoniados y dientes incluso afilados.-Todo esto es culpa tuya, estoy aquí porque me dejaste caer tú. No te importo una puta mierda. Es por ti que no soy nadie, es por ti que voy a morir. ¿Contento? Tú ganas, ¡TÚ GANAS!

La consulta donde nos han hecho esperar al medicucho de turno se hace más pequeña. Me asfixio. Sólo hay una ventana muy pequeña y muy alta, me falta el aire. Aire, aire, aire… Dios, el corazón parece salirse del pecho, no aguanto esta presión.

Va llegando, lo noto, y de repente llega. No existe el control, no veo ni pienso nada. No siento dolor físico en las manos, sólo siento adrenalina y calambres en los dedos de las manos y en los pies. Soy un animal salvaje, indomable, echando babas por la boca y con los ojos desencajados del cólera. Casi me imagino ahora con el pelo sucio, enredado y semi desnuda. Así me veo desde fuera, avergonzada, cuando empiezo a destrozarlo todo. Camilla al suelo, papelera rodando, silla volando por los aires, el armario no cede… -¡MIERDA! ¡PUTO ARMARIO! Noto manos alrededor de mi cuerpo, no puedo moverme. -¡Dejadme hijas de puta! ¡Que tengo grapas! ¡Dejadme!-. Veo a una de las mujeres con algo en la mano-. ¡No! – Grito aterrorizada. -¿Qué haces? No me pinches… Perdón, perdón, perdón…Por favor, por favor, por favor…

El forcejeo entre las enfermeras y yo parece durar una eternidad. No sé cómo lo logré, teniendo en cuenta mi lesión, pero entre mis turbios recuerdos del bochornoso evento encuentro batas desgarradas a tirones. La particular y triste lucha termina cuando noto la tercera agua de la noche en mi carne. Me rindo y me siento en el suelo con un trozo de tela azul en la mano. Lloro como una niña pequeña que se ha perdido en un supermercado: incrédula, asustada, sola. .-¡Mamá! ¡Dónde estás, mami! No puede ser… no puede ser… No me dejes aquí, mamá. Ven a por mí, por favor.-



Cuando me despierto, estoy tumbada boca arriba en una camilla. El techo es azul claro. Me duele la cabeza, noto que mis ojos han estado cerrados bastante tiempo y mis tobillos se sienten pesados. Levanto la cabeza con esfuerzo. Todo me da vueltas. No me puedo creer lo que veo: me han atado. 



...

viernes, 4 de abril de 2014

Distorsión





















Distorsión

Si  te aprecio, lo padezco.
Si te huyo, puedo llegar.
¿Me compensa?
Ni lo pienso…
Mejor me dejo llevar
Esta ira puede más.

Ahora abusas de mi aliento
Yo me asomo, tú te vas.
¿Me cuestionas?
No confío…
Me entrego a la ambigüedad
No me intentes engañar.

Distorsionas, distorsiono.
Los dos hacemos así.
Te amo tanto que te odio
Para poder sobrevivir.

Verónica E. 

jueves, 3 de abril de 2014

EL INGRESO 1

                  Nota 

Las vivencias que se narran a continuación son basadas en situaciones reales, algunas propias, prestadas otras. Todas mezcladas en este triste pero interesante (…espero) cóctel de palabras para mayor protección de la identidad de las personas que confían en mí a diario, y también por supuesto de la mía propia. Por desgracia en los tiempos que corren, es necesario cubrirse las espaldas en ciertos aspectos; quien mucho tiene, mucho teme.

Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: hacer llegar al mayor número de personas posible la realidad de este trastorno, enfermedad, dificultad (o como lo queráis llamar) que tantas y tantas vidas destruye: el Borderline o Trastorno Límite de la Personalidad (TLP); no sólo a las personas que la sufrimos, si no a familiares que, impotentes, ven cómo un ser querido se auto destruye sin motivo aparente.

Intentaré que las entradas al blog pertenecientes a “El Ingreso” sean regulares, semanales, a ser posible.

Una vez más, ruego mucha precaución a mis compañeros y compañeras de batalla “border”, ya que leer ciertos episodios de crisis podrían ser detonantes de otras nuevas. Siempre acudan a sus terapeutas ante un posible brote, y tomen su medicación. Siempre pónganse en manos de profesionales. 

Por último, doy las gracias de nuevo por en ENORME apoyo que estoy teniendo y por el “visto bueno” de mis terapeutas del Centro de Salud Mental en Jerez de la Frontera, significa mucho para mí que me lean y les guste. Gracias a los dos por el ánimo. 


                             EL INGRESO
                               
                                        1   




Estoy sentada en el suelo de mármol con las piernas cruzadas, cabizbaja. Tengo los brazos apoyados en la parte interior de los muslos. Sonrío al ver mis manos ensangrentadas. Sonrío triunfal como cazador cruel que ve desangrar a su presa, como si estuviera haciendo daño a alguien más que a mí misma. Sonrío al verme así, media sonrisa y ceja izquierda alzada. Me quedo así durante un rato.

Ahora miro al frente con la mandíbula tensa y los dientes encajados fuertemente. Me pierdo en un punto, pero ese punto a la vez se pierde. La sonrisa  también se va y me empiezan a temblar los labios. Los hombros se caen a suelo, mis ojos se mueven rápidamente y la respiración se acorta. Noto calor en el pecho. Pánico.

Miro otra vez mis manos, esta vez aterrada. ¿Estoy llorando o riendo? ¿Qué mierda es esto? Cojo un zapato y me golpeo en la cara con toda mi fuerza. Río. Otra vez. Lágrimas en los ojos. No consigo mi propósito, pues aún lloro de la risa, del ridículo tan enorme que estoy haciendo delante de… ¡ah! Estoy sola, es cierto. 

Me levanto de un salto y me golpeo contra la esquina del marco de la puerta. Vale, esto sí ha dolido bastante.  La pintura blanca se ha tintado de rojo oscuro. Me desespero y caigo. Intento agarrar el suelo frío con mis manos y lloro de rodillas. - ¡¿QUIÉN ME HACE ESTO?!- Creo que grito. -¡Por qué no me has perdonado? ¿Acaso no lo he pagado ya? ¿Acaso no tuve suficiente ya?. ¿Quién me odia tanto ahí arriba?.¿A quién tanto daño hice? Ahora ya no resemblo la mujer endemoniada que se reía de su propia desgracia. Ahora doy lástima, recogidas mis piernas con los brazos como protegiéndome de mí misma en posición fetal. Quiero dormir, dormir para siempre. Quiero esconderme bajo tierra y que nadie jamás me encuentre.

Tal y como si hubiera escuchado un estruendo, un portazo o un grito, me incorporo apresuradamente y miro alrededor mía. Nadie. He dormido, creo. Respiro hondo y noto mi rostro hinchado.  Corro hacia el espejo, anhelo verme rota con los ojos hundidos en la desesperación de mi miserable existencia. Me río a carcajadas, me señalo con el dedo, me río de mí misma,  de lo que podría hacer y no hago, de las cuerdas que inmovilizan mis pies y manos con lazos imposibles, lazos que yo misma ato.

Cojo mi bolsa de maquillaje. - ¿Dónde está el dichoso lápiz negro? Nunca lo encuentro... ¡Aja! Te tengo! .  Hago garabatos en mi cara, triángulos, círculos, rayas. Me inclino atrás apreciando mi obra de arte.- ¡Qué guapa!- Me susurro. Me trazo rayas, rayas y más rayas con tanta fuerza que la punta acaba por ceder y me araña la mejilla. Paro. No. La cara no. - ¿Te preocupas por arañarte el rostro, idiota? ¡Hipócrita!. Vives una continua contradicción. Pero mírate…-

Se levanta. - ¿Qué te ocurre?- . Me mira con auténtico horror. - Dios… ¿Qué te has hecho en la cara? -. Se pasa las manos por la cabeza, que acaban entrelazadas en su nuca.

Yo – Me ha vuelvo a dar, lo siento. – Sollozo.  - No sé por qué lo hago, no lo sé. No soy yo. No soy mala, ¿verdad?. ¿Crees que soy mala?

Silencio.

Yo:¡CREES que soy mala! Perdóname, por favor. ¿Me perdonas?

Él –No seas tonta, no hay nada que perdonar. Ven aquí: dame un abrazo. Te ayudo a vestirte y vamos a urgencias. No pienses en esto ahora. Mañana será otro día.

 - Me besa la frente. Sonrío al ver que se le tintan los labios de eyeliner negro. Siento una breve brisa de paz.


De camino al hospital estoy tranquila. Me curarán como tantas otras veces, y me iré a casa. Pero mañana no será otro día cualquiera. Mañana será el día en el que me internarán en la Unidad de Salud Mental por primera vez.  


...