viernes, 30 de mayo de 2014

Mi reino, mi infierno.



Mi cama, mi refugio, mi reino, mi infierno.

Nadie a quien recurrir. Todo esto es por mí.

Susurran, murmuran, dicen, señalan. – Todo esto es por ti.-

Sí. Todo esto es por mí; por no saber  guiar los signos de mi cabeza, por no saber escoger las nubes blancas y dejar que las negras arañen mi espalda con esta merecida tormenta.

Todo  esto es por mí; es el karma por haber nacido en piel maldita, piel blanca y de colores chillones que asustan a cuantos tocan su desagradable fulgor. Me río de ello; vuelvo la cara y lloro de soledad en mi cascarón: mi cama, mi envoltura.


Algún día  ¡algún día! seré mariposa. Y tendré colores bonitos que no asusten. Y podré volar aunque sea por un día.  Pero hoy soy gusano. Un pobre y repugnante bicho que se arrastra a la más mínima dificultad en mi cama, mi refugio, mi reino, mi infierno.


Verónica E. 

miércoles, 28 de mayo de 2014

Ausencia




De la nada, como todo; adoración, abandono, ausencia, soledad... Soledad: abigarrado vacío henchido de acíbares que roban el sentido al continente; el vacío que ya no es. Amor desatendido que fluye, no cesa, se pierde en un mar ya conocido; estanco, hediondo, putrefacto, mientras sedientos brotes mueren al sol. Ese mar, mi infierno, es un mundo diminuto colmado de obsesión, desesperanza, dolor y sufrimiento. ¿Quién va a querer acompañarme en él? nadie lo merece... tampoco yo


Mai



martes, 27 de mayo de 2014

PERFILES, ESTIGMAS. Y ODIO.

Cansada de tirar de la cuerda que quema. Voy tirando y tirando de mí misma y del santo perfil que me define como desquiciada. Tiro del dichoso estigma que me señala con dedos de cristal roto. Me duele, no lo niego más. 



Me cuesta la pendiente inclinada de vértigo que subo a diario. Día tras día, minuto a minuto. Me aplasto yo misma bajo este dilema de si soy mi diagnóstico  o no. Me puede a veces esa idea. Me puede hoy…

Hoy tiro de esta absorbente cuerda sobre mi hombro con todas mis fuerzas y acabo agotada de tanta risa falsa que llegan a mis oídos, tanta sátira, tanto teatro. Hoy, señores, me caigo de rodillas, acabada. Y tengo ganas de hacerlo de nuevo. De tirarlo todo por la borda, fruncir el ceño, tensar la cara y cerrar puños. Mirar con  ese odio del que tanto se me han burlado. Señores, hoy quiero ser odiada. Y odiar también lo anhelo. Hacerlo quiero con ganas; pero aquí, en vez, tecleo peleando con teclas que parecen porcelanas -frágiles – en contraste con mi furia. Parece que me resisto a caer del todo…

Cansada –sigo -  de tanto odio que no sé ni de dónde viene ni cómo encauzarlo a veces. Cansada, mucho lo estoy en este momento que parece no acabar. Sin embargo aquí –repito – sigo. Sigo resistiendo sin apenas poder ver letras de entre las gotas de mis ojos. Sin apenas poder ver razones por las que salir adelante aun sabiendo que haberlas háylas.  Escuchando en mi cabeza voces (que no son voces…) que me impulsan a lo ya conocido, que ahora tan dulce y cómodo me resultaría: la evasión, la fuga. Quiero huir, señores. Hoy me siento muy borderline, y quiero huir bajo las mantas de mi desarraigo. Pero aquí sigo…


Verónica  E.  




viernes, 23 de mayo de 2014

El Efecto fusión

Emprendo una vez más fusión entre mujer despiadada y niña triste perdida en el bosque. Mis manos ingenuas parecen encoger, las miro y no las conozco. Estiro los brazos paralelos al suelo, como queriendo agarrar algo o alguien con desesperación. No sé a qué o quién quiero llegar, pero sé que no alcanzo.  Con las palmas abiertas resoplo, miro a las nubes grises arriba, tomo aire y cojo fuerza. Cerrando mis puños y mis ojos a la par,  sale de mí un ensordecedor grito seco que no es otra cosa que un llanto, una queja, un delirio patético de un alma que lamenta haber nacido. “No quiero ser yo. No quiero estar aquí. Quiero salir de mí. Sácame de mi piel”.

La niña se va. Un huracán la tira al suelo, un árbol imaginario de cemento cae sobre ella y la aplasta de un golpe. No se mueve, no respira. Me sustituyo yo misma. Soy yo de nuevo, la abatida mujer malvada al otro lado del espejo, de facciones marcadas y cutis descuidado. La de pelo enredado y maquillaje de ayer. Ésa. Tampoco me gusta lo que veo y cierro  fuertemente mis ojos. Pero no desaparezco, no. Sigo aquí a mi pesar. Me odio a mí misma y estoy atrapada. Ni blanco ni negro. Ni grises ni tonos pastel. No encuentro nada ni hay nada que me pueda agradarme en este instante en este pozo absurdo en el que me he metido yo sola. Deseo morir a cada instante…

                                                           ….

¿Cómo llegué hasta aquí? Buena pregunta.  Con una aun mejor respuesta. Mis palabras favoritas de los últimos meses: EL EFECTO FUSIÓN.  

Se comienza con una idea que me haga sufrir, y me “FUSIONO” me ato, me engancho, me apego a ella cual pulga a perro callejero. Una vez ese pensamiento - digamos alguna discusión, una crítica, algo que no haya salido como quiero o deseo y me genere frustración – se pone “cómodo” en mi mente y “salta” a otro nuevo pensamiento también negativo de manera escalonada. Saltan las ideas de unas a otras, como salta Tarzán de cuerda en cuerda por la selva, con el peligro de caerse en cualquier momento. Si no paro este “efecto Tarzán” a tiempo, caigo sin duda en el peligroso pozo hondo y oscuro del que es tan complicado salir.

Entonces… ¿Qué hago? ¿Qué hacemos los que tendemos a engancharnos a nuestras propia negatividad?

Primero demos un paso atrás, observémonos. Démonos cuenta de que estamos fusionados a un pensamiento negativo que nos genera cierto – o mucho - malestar; y hagámoslo a tiempo, antes de que nos lleve la corriente, antes de que sea demasiado tarde.

Luego, parémoslo. Paremos el curso de ese peligroso río que nos está arrastrando cruelmente al abismo. Sacudámonos el cuerpo si hace falta para “echar las pulgas fuera”. Digámonos en voz alta: “desengánchate”, “des-fusiónate”. Esas ideas que tan cómodas se han colocado en nuestras mentes nos hacen mucho daño. Echémoslas.

Y frío. Busquemos cómo calmar y ablandar nuestro ser. Como sea. Donde sea. Pero enfriemos la mente para salir de ésta.  Podremos. Lo haremos. 

Verónica E R 

domingo, 18 de mayo de 2014

Abandonada

Abandonada

Pelo enredado, rímel corrido de ayer, ojos hinchados...

Y se me escapa. Se me escapa de entre los dedos ese deseo de agarrar la realidad, de agarrar el aire, de atraparlo y hacerlo útil para mí misma. Se aleja el amor, el deseo, la pasión... las promesas que se hicieron, las promesas que me hirieron... todo ese desamor. Se va…

Se escapan, vuelan, brotan,lejos  ¿Dónde vais?... No puedo evitar que se alejen. Se hunden en mi pecho, me queman y duele mucho el deseo de ser amada versus el contraste de ser el blanco de la diana.

Te admira quien no te conoce. Te ignora quien un día te amó. Escuece la herida de ser menos cero.

"Sigue adelante", dicen... "Lo tienes todo.  Puedes lograrlo todo. Simplemente sonríe a la vida... " No, amigos. No funciona así.

Cada minuto una batalla. Cada momento de soledad una gran adversidad, una enorme oportunidad para morir... o renacer. El menos o el más. Todo o nada.

Y da miedo pensar que vamos sobreviviendo caminando en la cuerda floja. Da desconfianza tocar mi piel por si hace !zas! y me desvanezco. Da pavor pensar que vivo en equilibrio, línea recta o curva, qué más da, pero brazos en cruz, y que sea lo que ha de ser...


Si pudiera elegir...sin duda elegiría el camino fácil, sin baches, sin obstáculos, sin pasión,  sin peligro. Mas vivo en mi piel, pienso en mi mente, habito en mi ser para bien o para mal. 

Y así de borderline me expongo para ti; que no me quieres ni jamás me querrás. Así de borderline me abro ante ti, para que me entiendas. Así;  aturdida, fascinada, abandonada. Así de borderline me parto en dos a ver así me ves bien.

Verónica E.