viernes, 23 de mayo de 2014

El Efecto fusión

Emprendo una vez más fusión entre mujer despiadada y niña triste perdida en el bosque. Mis manos ingenuas parecen encoger, las miro y no las conozco. Estiro los brazos paralelos al suelo, como queriendo agarrar algo o alguien con desesperación. No sé a qué o quién quiero llegar, pero sé que no alcanzo.  Con las palmas abiertas resoplo, miro a las nubes grises arriba, tomo aire y cojo fuerza. Cerrando mis puños y mis ojos a la par,  sale de mí un ensordecedor grito seco que no es otra cosa que un llanto, una queja, un delirio patético de un alma que lamenta haber nacido. “No quiero ser yo. No quiero estar aquí. Quiero salir de mí. Sácame de mi piel”.

La niña se va. Un huracán la tira al suelo, un árbol imaginario de cemento cae sobre ella y la aplasta de un golpe. No se mueve, no respira. Me sustituyo yo misma. Soy yo de nuevo, la abatida mujer malvada al otro lado del espejo, de facciones marcadas y cutis descuidado. La de pelo enredado y maquillaje de ayer. Ésa. Tampoco me gusta lo que veo y cierro  fuertemente mis ojos. Pero no desaparezco, no. Sigo aquí a mi pesar. Me odio a mí misma y estoy atrapada. Ni blanco ni negro. Ni grises ni tonos pastel. No encuentro nada ni hay nada que me pueda agradarme en este instante en este pozo absurdo en el que me he metido yo sola. Deseo morir a cada instante…

                                                           ….

¿Cómo llegué hasta aquí? Buena pregunta.  Con una aun mejor respuesta. Mis palabras favoritas de los últimos meses: EL EFECTO FUSIÓN.  

Se comienza con una idea que me haga sufrir, y me “FUSIONO” me ato, me engancho, me apego a ella cual pulga a perro callejero. Una vez ese pensamiento - digamos alguna discusión, una crítica, algo que no haya salido como quiero o deseo y me genere frustración – se pone “cómodo” en mi mente y “salta” a otro nuevo pensamiento también negativo de manera escalonada. Saltan las ideas de unas a otras, como salta Tarzán de cuerda en cuerda por la selva, con el peligro de caerse en cualquier momento. Si no paro este “efecto Tarzán” a tiempo, caigo sin duda en el peligroso pozo hondo y oscuro del que es tan complicado salir.

Entonces… ¿Qué hago? ¿Qué hacemos los que tendemos a engancharnos a nuestras propia negatividad?

Primero demos un paso atrás, observémonos. Démonos cuenta de que estamos fusionados a un pensamiento negativo que nos genera cierto – o mucho - malestar; y hagámoslo a tiempo, antes de que nos lleve la corriente, antes de que sea demasiado tarde.

Luego, parémoslo. Paremos el curso de ese peligroso río que nos está arrastrando cruelmente al abismo. Sacudámonos el cuerpo si hace falta para “echar las pulgas fuera”. Digámonos en voz alta: “desengánchate”, “des-fusiónate”. Esas ideas que tan cómodas se han colocado en nuestras mentes nos hacen mucho daño. Echémoslas.

Y frío. Busquemos cómo calmar y ablandar nuestro ser. Como sea. Donde sea. Pero enfriemos la mente para salir de ésta.  Podremos. Lo haremos. 

Verónica E R 

2 comentarios:

  1. La magia de las palabras sirve entre muchas otras cosas para dar forma a aquello que hasta entonces era difuso, voluble, difícil de abordar; una vez tiene nombre, toma cuerpo y puede ser afrontado.
    Esta expresión, "efecto fusión", la he descubierto hoy y me parece de gran utilidad para evitar lo que antes únicamente sufría. Ahora, gracias a conocer su etiqueta ya "es" algo... eso, menos confuso, más abordable.
    Gracias Vero

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    1. A ti, por leerme, aguantarme y reírme las "gracias" :-) Aclaro que este concepto no lo he inventado yo ni mucho menos, ojalá fuera tan lista! Nos lo enseñan en terapia. Yo sólo lo expongo con otras palabras un poco menos "heavy" y en un contexto un poco teatral para intentar llegar a cuantos más posible, para quitar tabúes y estigmas al TLP. Ese es mi propósito como bien sabes porque bien me conoces. Petons

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