jueves, 13 de marzo de 2014

El caballero Luna Parda


Este relato cuenta la historia del Caballero Luna Parda.

Siendo aún muy niño, su vocación como caballero era tajante y aprendió que, para sobrevivir como tal, debía construirse una armadura lo suficientemente resistente para ganar batallas y torneos. Soñaba día y noche con derribar a sus enemigos, anhelaba el aplauso y admiración de los aldeanos, además de fantasear de vez en cuando con el amor incondicional de alguna bella doncella de piel pálida que le entregara su corazón, cuerpo y alma.

El aprendizaje como caballero no fue fácil; el caballo que había heredado era rebelde. Lo tiraba al suelo cuando él menos lo esperaba, y Caballero Luna Parda dañaba su armadura, hería su cuerpo y consecuentemente desesperaba ante la impotencia de no saber por dónde seguir. El dolor físico y mental era inmenso y llegaba a desesperanzar. Así no ganaría los torneos que en su mente él mismo construía, donde se apreciaba como real el retumbo del gentío en las gradas vociferando su nombre y aplaudiendo efusivamente ante sus logros. Ese pensamiento lo mantenía con fuerza y avanzando.  La gloria.

Aunque desde muy joven, y a causa de los contextos en los que se vio envuelto, aprendió artes y habilidades diversas tales como la Alquimia, su deseo de aprender y mejorar, sin embargo, le empujaba a encontrar la manera de convertir su armadura en Titanio, aquel preciado e indestructible metal. Cayó, sangró, se partió en mil pedazos, y se recompuso mil veces más como buenamente pudo. Buscó y buscó, hasta que al fin halló la solución de su incógnita. No le agradaba mucho la idea al principio, pero a estas alturas, y si quería triunfar en la profesión en la que tanta vocación asumía, no tendría más remedio de pactar con “Los Oscuros” para transformar su armadura en coraza de titanio.

Desesperado, aceptó a “Los oscuros”, a cambio de nada. - ¿Qué raro…? . Se preguntó.  –No me piden nada a cambio…  . Pero Caballero Luna Parda seguía convencido, enfocado en su objetivo de que nadie ni nada penetrara su coraza, y jamás sentir dolor de nuevo.

Así pues, una mañana de Febrero despertó bajo un almendro, sintiéndose más pesado de lo normal.  – “No creo que sea buena idea volver a dormir aquí, la tierra es muy húmeda, y se  me engarrota el cuerpo” , se dijo a sí mismo.

Pero al levantarse, bajar su cabeza y mirar su torso, descubrió con asombro que al fin portaba la coraza de Titanio que le habían prometido esos seres en aquella taberna, mientras Caballero Luna Parda se encontraba bajo los efectos de sustancias tóxicas.

Tanto se acostumbró a su nueva armadura pesada, que sus músculos fortalecieron, su mente se desanubló y los ansiados éxitos profesionales llegaron casi de cien en cien. Ni apenas tenía tiempo de pensar en la armadura; sólo sentía un extraño picor en el torso y espalda. No le dio importancia, había logrado ser invencible, nadie jamás le dañaría, ni siquiera su rebelde heredado caballo.

Pasaron días, semanas, meses y años. Y Caballero Luna Parda era en verdad impenetrable. Torneos de aldeas lejanas y cercanas eran suyos para conquistar. Pero la intranquilidad, el picor en su piel aumentaba. Se auto-puso, como solía hacer a menudo,  e intentó  ignorar esta vez  sus instintos de paz, amor y relajación que supondría quitarse aquella coraza , ya adherida a su cicatrizado cuerpo . No lo consiguió.

Volvió a aquel almendro donde, años atrás “Los Oscuros” habían pactado el trato con Caballero Luna Parda. Le costaba dormir esta vez, estaba ansioso, se ahogaba y le costaba respirar. Quería deshacerse del Titanio y no podía esperar más el momento en que podría deshacer el trato.

Pero “Los Oscuros” no aparecieron. Por el contrario, vio una figura de mujer que se acercaba a él precipitadamente, con piel y vestido blancos.

La velocidad con la que se acercaba le inquietó bastante, y se puso en guardia en seguida. 

-Quién quiera que seas, soy invencible, soy el más fuerte, no podrás conmigo”

- Tranquilo, Caballero Luna Parda. Soy la Bruja Rosa Espinada, y practico  magia blanca. He venido en tu ayuda. Vengo a quitarte tu coraza con mi amor, con mi dolor, mi sangre y mis espinas. Oí rumores sobre tu maldición.

“Maldición…..”- el caballero se repitió ésta palabra varias veces en su mente. Todo cobraba sentido. Avergonzado, bajó la cabeza y allí cayó en la cuenta Caballero Luna Parda que los pálidos y desnudos pies de Bruja Rosa  Espinada estaban cubiertos de sangre que emanaba de las heridas causadas por unas rosas a las que estaba atada.

Caballero Luna Parda no sabía qué pensar. Sabía que sentía algo especial por aquellos ojos claros y llenos de sacrificio, pero no sabía ya a estas alturas en quién confiar. “Maldición, traición…” se repetía.

En silencio, durante unos minutos, ambos callaron, ambos amaron. Poco a poco la coraza fue desapareciendo. Caballero Luna Parda volvió a sentir a brisa, el aire e incluso las osadas suaves manos de aquella bruja sobre su pecho. Los dos sonrieron... estaban en paz. Pero “Los Oscuros” llegaron gritando y emanando odio por doquier. 

Caballero Luna Parda reaccionó al instante, y creyó que erraba al dejarse amar. La coraza de Titanio reapareció, Bruja Rosa Espinada se esfumó como el humo, dejando tras de sí una de las rosas blancas tintadas de sangre que la encadenaban. Olía a ella. Aún recordaba aquel pelo suave perfumado que ondeaba el viento. Aquella rosa olía a ella. A ella que lo quiso liberar del Titanio que lo opresaba y que, aunque le hacía sentirse fuerte, le impedía apreciar caricias, besos y el calor de la pasión. Ese pensamiento ahora le oprimía el pecho. 



No obstante, Caballero Luna Parda siguió su camino, exhausto por el peso del titanio, cansado por el peso de la fuerza (oscura) que le proporcionaba, irritado por ser él e último eslabón de la cadena de aprecios y favores. Muy de vez en cuando creía que había salvado vidas, ayudado a seres y enfocado su fuerza en lo correcto. Hasta que sus fuerzas menguaron, y sentándose junto al camino de albero, esperó con la cabeza baja y labios sedientos la llegada de buitres, aun soñando con la aparición de un nuevo milagro.

Verónica E R




2 comentarios:

  1. el horma con la armadura de hierro, me paree que se llama el libro, pero ese tiene final feliz, logra quitarse la coraza y amar...el caballero luna parda puede morir de soledad, no es suficiente el recuerdo de unos ojos preciosos y un cabello rebelde...TIENE QUE LUCHAR y conseguir tener la rosa sin sangrar de dolor, más bien de pasión...Solo necesita un motivo para confiar una vez más y agarrarse fueret a la vida...a su bruja, a las rosas blancas con espinas...No tiene nada que perder!! es libre para actuar si se quita la coraza!!

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    1. Ahm. Lo buscaré, soy la que soy :) . El odio lo tiene amarrado, nena. No entra en razón. El odio, ese maldito odio que crece del TLP que nos juega malas pasadas. Hoy pensé en el re post de este relato que no mucha gente entendió. (casi que me gustó que fuera así... era más mío) Pero no sé.... crees que hay muchos Caballero Luna por ahi? Crees que los hombres TLP tienen a encerrarse más en sí mismos y a aferrarse al odio por los demás como medio de vida?

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