lunes, 17 de marzo de 2014

Marionetas en el armario

Marionetas en el armario

¿Han escuchado alguna vez la frase “cuidado con lo que deseas, pudiera hacerse realidad”? En esta idea me baso para exponer mi siguiente historia. Con ella, pretendo agitar sentimientos, abrir armarios y sacar cabezas. Si no lo consigo, la vida seguirá para mí…..
                            ……

A Leila nadie la entiende. Se encierra en la despensa, rodeada de manjares exquisitos, pero dañinos para su salud. Allí cree ser feliz  a ratos. Al menos nadie la llama vaga o consentida. Allí está a solas con sus tentaciones. A solas con los flacos valores que le quedan.
Mira por la cerradura. “No hay moros en la costa. ¡Allá voy,  a por el mundo!. Hoy va a ser el día que rompa mi cascarón de huevo y salga a la luz. Hoy calzaré mis pies con botas de andar, y mi vulnerabilidad con casco de acero. 

“Mamá, necesito hablar contigo. Quiero contarles a los otros que sufro un trastorno mental. Sé que tú me apoyarás, porque soy tu hija y me quieres”

-          “Las cosas no son tan fáciles hija mía. Creo que el mundo no está preparado para aceptar que te cortas para llamar la atención, que no tienes ilusiones en la vida porque aún no maduraste y que eres tan terriblemente cobarde como para querer quitarte la vida. Hija mía, yo te comprendo y te amo más que a mí misma. Pero, ¿para qué enseñar los trapos sucios? Ven, dame un abrazo…”

Leila se quedó en un estado entre incredulidad y rabia. Obviamente, ni su propia madre sabía qué había detrás de esos intentos de suicidio. No sabía de la desesperación, de la culpa, de la voluntad desaparecida por tantos años de impotencia. Ni idea tenía su madre de que cuando se lesionaba el brazo sentía alivio, quemaba parte del dolor interno. Ni idea de la existencia de la mano que sujetaba las cuerdas, cual marioneta. No era ella, y sí lo era. Había una verdad oculta en todo aquello Pero, si su madre la juzgaba, ¿quién no lo haría?

“Bah, me quedo en mi despensa, me comeré y beberé el mundo a mi modo. Es imposible salir de aquí.

                                             …….


Ahora os planteo lo siguiente: Nos quejamos porque no nos entienden. Pero preferimos encerrarnos en nuestro armario como la avestruz esconde su cabeza. ¿De veras nos compensa? 

Verónica E.

2 comentarios:

  1. Esconder la puta cabeza es solo una forma de protección, es temporal.
    La despensa es el cuadrado de seguridad de Leila, y a ella, como a todos, le cuesta mucho salir de allí. Salir significa conocer lo desconocido y confrontarlo.
    Yo, en ese momento, salí de mi cuadrado, no por voluntad propia, y me estoy cagando de ganas de volver. Pero quizás crezca con todo eso, o quizás no.
    Pero esconder las cabezas, eso jamás.
    A enfrentar los putos caminos, aunque sean feos, hediondos y dolorosos. En alguna parte estará la salida. Siempre hay una salida.
    La lógica me dice que tiene que haber una salida, ya que hubo una entrada.
    Caminemos con la cabeza en alto, aunque por adentro esté molida, loca y trastornada.
    Pero a veces detengámonos a disfrutar manjares y cervezas escondidos en las despensas.

    ResponderEliminar
  2. Con la debida excusa, debo ocupar un poco más de ese espacio pa desahogarme de nuevo.
    El tema de la despensa viene justo en un momento de decisiones que para mí son importantes, aunque para los lectores quizás suene ridículo.
    Después de años siendo católica, me armé de valor y dije a mi familia que no creo en nada de eso, que voy a las misas por obligación y que mi religión es otra.
    Para mí Dios está adentro de nosotros, todos lo tenemos, Él es amor, nada más que eso.
    El mundo vino abajo...............
    Como si no fuese suficiente el complicado tema del TLP ahora eso.
    Estoy que no soporto nada más, y quiero mi despensa llena de manjares y cerveza.
    Mejor hubiese quedado callada, evitando así esas putas discusiones.....

    ResponderEliminar