“A nadie le
caes bien. Eres la peor de las amigas. Antipática, rara, nadie te puede ni ver”.
Éstas
fueron las palabras que escuchó un día Vicky volviendo del colegio. Salió de
clase feliz porque no había que hacer deberes. Era principio de curso.
Felicidad mermada abruptamente por Marta, quien le dejó muy claro que “no eres
una de las nuestras. Eres diferente. Eres peor. Vete a casa y llora, que nadie
te hará caso. Tonta.”
10 añitos
acababa de cumplir Vicky el mismo día que empezó el curso. 10 añitos para
asimilar que no era nadie en su pequeño mundo de amigas, vecinas y juegos.
Nadie. Menos que nadie. Era la odiada, la rara, la seria.
Pero aquel
día fue uno de sus peores que aún hoy recuerda. Subió las escaleras corriendo
hasta llegar a su casa donde su madre la esperaba sonriente. Entró de un
portazo, soltó su mochila y se fue a su cuarto a llorar. Su madre dejó de sonreír,
no sabía muy bien qué hacer. La dejó ir. ¿Qué más podía hacer…? Son cosas de
niñas.
Capítulos
similares se repitieron a lo largo de los años, en iguales y distintos ámbitos.
“Te odio”, “eres una rara”, “ya no eres nuestra amiga”, “ni tu propia familia
te quiere”….
Hoy, Vicky acude a psicólogos, intenta recuperarse de su trastorno, sus miedos
y fobias sociales, mientras que sus “amigas” viven una vida prácticamente normal.
¿Fue acaso necesario
aquel rechazo? ¿Fue justo? Ninguna criaturita de 10 años debería jamás escuchar
palabras tan terribles y crueles. Pero la realidad es otra, por desgracia. La
realidad de algunos pequeños – incluso de más temprana edad - puede ser muchísimo peor que la
de Vicky. El infierno empieza ahí para algunos. Empieza con el rechazo, la
humillación, la impotencia de no encajar y ser por lo tanto desplazado. El
comienzo de un trastorno podría estar en nuestras manos. Y sin embargo lo
dejamos ir…….
Verónica E.
Es cierto cómo una situación de estas características puede ser el principio de un desencantado de la propia vida y no permitir crear la identidad de una persona conforme pasan los años.
ResponderEliminarEn efecto. Por suerte no siempre es así. Pero no es fácil llevar "buen camino". Un abrazo y gracias. V.
EliminarEs duro destacar por ser rara pero también es gratificante cuando creces, maduras y te vas dando cuenta que no encajas en el común de los mortales casi desde que tienes uso de razón y aún sigues ganándole días a la muerte que nos ronda sin piedad... Es un camino tan tan largo el que se recorre por el sendero entre la cordura y la locura que resulta impensable ser estable, objetivo,contenido y coherente, justo lo necesario para ser "socialmente aceptado"....
ResponderEliminarPor experiencia propia te digo que el comienzo del triunfo en nuestras batallas, es dejar de pelear contra nosotros mismos como si fuéramos nuestro peor enemigo, sin darnos una tregua, ni un respiro!!...
Amarnos, comprendernos,perdonarnos e incluso ser permisivos...ese es el objetivo diario.
Saber que flaqueamos, tropezamos, caemos...pero siempre, siempre queda algo en nuestro interior, que es más fuerte de lo que podemos imaginar.!!..
Es el amanecer a un nuevo día lo que debemos contemplar como la oportunidad para ser mejores personas y mejores amigas, castigarnos menos, querernos más, respetarnos y darnos la oportunidad de mirar alrededor con atención, ni hacia atrás, ni hacia adelante,solamente AQUI Y AHORA.
Cuando dominemos ese odio y esa falta de sensibilidad con nosotros mismos, cuando entendamos nuestro carácter sin ser la víctima ni el verdugo....
Solo entonces haremos de nuestro mundo, un universo mayor y mejor! y con el las emociones que lo componen, las personas que nos sufren y la familia que nos ama!.
CH
Así es, CH. Ese es precisamente uno de mis objetivos personales: encontrar gratificación y mover a un lado la incomprensión. No es tan fácil, pero cierto es lo que dices: amarnos, ablandarnos, permitirnos ser como somos. Un abrazo y gracias.
EliminarLo peor es ver como a otra gente le va bien, mientras tu estás jodida con la enfermedad. No es envidia, no es maldad. Es simplemente preguntarte, y por qué yo estoy así?
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